Mis recuerdos - Día 4

Rabat, la capital, ciudad que en algunas zonas si no fuera por la presencia de mezquitas no parecería una ciudad islámica, aunque las avenidas largas y los edificios modernos no consiguieron camuflar la grandiosa arquitectura y el magnífico mausoleo donde pudimos escuchar la lectura del Corán junto a las tumbas de los antiguos reyes.

Observando la torre Hassan todo lo que le rodeaba, me volvió a impresionar, un paisaje que no tiene que envidiar en absoluto a lugares céntricos de otras ciudades europeas.

La arquitectura de las paredes y las vidrieras dotaban de arte cualquier milímetro de las infraestructuras.

La dualidad de la capital se intuía entre la majestuosidad de la torre y la mezquita y el zoco en el que mucho practicamos el regateo, y disfrutamos de algunos manjares que se vendían en puestos ambulantes.