Mis recuerdos - Día 3

A la mañana siguiente nos tocó visitar las montañas del Rif, fue uno de los viajes más largos. Pero mereció la pena, estuvimos en contacto con la naturaleza de principio a fin, ascendimos a la montaña, con la compañía de dos burros en el que pudimos montarnos, disfrutar de la pureza de sus paisajes con un colorido al que no estamos acostumbrados a ver en Sevilla, el olor de las margaritas, el compartir en plena naturaleza sin artificios de un guiso con alubias y unos jureles hicieron valorar más ese momento, todo lo que nos proporcionaba ese lugar. El poder ver alejado de la ciudad como un grupo de hombres cantaban canciones marroquíes con sus instrumentos tradicionales, disfrutando en compañía de ese magnífico escenario y con el que nos animamos y cantamos con ellos unas sevillanas que bailaron las chicas.

Mientras más observaba sus costumbres, el folklore, su forma de ser con el forastero que siempre te atendían, sus ganas de cantar y bailar en cualquier lado de forma improvisada, me recordaron en muchas ocasiones a la forma de ser de los andaluces.