Una experiencia inolvidable

 

DÍA 1 (Viernes 14 de marzo de 2014): Toma de contacto. (Sevilla-Algeciras-Tánger-Tetuán-Larache.)

 

El punto de partida es mi querida ciudad de Sevilla, en la que nos reunimos los compañeros del Instituto Punta del Verde, muchos de ellos aún desconocidos para mí, para emprender un viaje hacia otro continente, otra cultura, otras costumbres, otra religión. Un viaje que he esperado con mucha ilusión, puesto que no pretendía ser un conjunto de paisajes, edificios y monumentos a visitar, sino una experiencia en la que conviviríamos con sus habitantes, que nos guiarían a través de las costumbres, olores y sabores de su país.

 

Emprendemos el viaje en autobús hacia Algeciras, del cual destaco los verdes campos a la luz de la primera hora de la mañana, y nuestro primer contacto con la moneda marroquí, de la mano de un billete de 100 dirham. Es hora de empezar a adentrarse en la cultura árabe olvidando el euro, y prepararse para una nueva forma de comprar a través del regateo, característico de Marruecos.

Llegados a Algeciras, me sentí más cerca de nuestro destino: Marruecos. Nos dirigimos al puerto, en el que nos esperaba el Ferry que nos trasladaría a Tánger. De nuevo la presencia del cambio inminente se personalizó en el cuestionario que debíamos rellenar con nuestros datos sobre el viaje, que ya no aparecía en español sino en francés.

Con nuestras maletas cargadas no tanto de bienes materiales sino de ilusiones, nos adentramos en el Ferry, cuyo tamaño y acabados eran superiores a los que me había imaginado. Desde la terraza trasera del mismo, pude contemplar cómo nos alejábamos de la costa española, y surcando durante unos cuarenta y cinco minutos las aguas del estrecho, nos aproximábamos a la costa de Marruecos que se apreciaba en el horizonte.

Mientras el Ferry se adentraba en el puerto de Tánger, llamaron mi atención las sucesivas vallas perimetrales que recorrían la zona, y que constituían el paso a lo desconocido que se presentaba ante nosotros. En un abrir y cerrar de ojos estaba en otro continente, y se presentaban ante mí los alumnos marroquíes que nos esperaban sonrientes, saludándonos con mucho cariño e ilusión, y que pronto me hicieron sentir como si nos conociéramos de toda la vida.

A continuación nos dirigimos en autobús a Tetuán, en un viaje en el que ya no había españoles y marroquíes, sino “amigos”, palabra con la que se referían a nosotros, a pesar de habernos conocido hacía tan sólo unos minutos. Derrochaban energía con sus canciones y bailes, hecho que me llamó la atención puesto que en España no es costumbre ir en autobús bailando en sus pasillos. Ahora tocaba dejar atrás nuestras costumbres y adentrarnos en las suyas.

Durante el trayecto, pude apreciar el contraste entre las montañas y la costa de Marruecos, y las mezquitas que se mostraban en el paisaje, siempre al son de las canciones de nuestros amigos de Larache.

Llegados a Tetuán, nos adentramos en su Medina, en la que se dibujaban calles sinuosas, bonitas plazoletas y rincones misteriosos, y en la que pudimos apreciar todo tipo de artículos, colgados y colocados de forma que permitieran almacenar en espacios ínfimos, numerosas piezas para ser vendidas. Sin duda cabe destacar el contraste de olores que se apreciaba, puesto que de pronto olía a fruta, a perfumes, a cuero, a especias, o incluso a olores que difícilmente podíamos identificar. 

A continuación nos dirigimos a la Plaza Hassan II, en la que se situaba el Palacio Real. Desde allí paseamos por la Avenida Mohamed V, en la que se apreciaba un fascinante aire hispano- marroquí en sus edificios blancos, haciéndose equiparable a una calle del centro de cualquier ciudad española.

 La siguiente parada en el camino fue la Plaza Moulay El Mehdi, en la que probé el primer té marroquí, y que constituyó el punto de encuentro al que volvimos tras dar un paseo por las calles de la ciudad, del cual destaco las vistas a las montañas desde un mirador que descubrimos próximo a esta plaza.

Ya cuando la noche caía, volvimos al autobús que nos llevaría a Larache. De nuevo los compañeros marroquíes nos amenizaron el viaje con sus canciones.

Tuvimos una cena de confraternización en el Restaurante Khay Ahmed, en el que pudimos elegir entre pollo o pescado frito, y donde el pan con cereales y los refrescos con las letras en árabe nos recordaban que estábamos en otro país.

Tras la cena, el autobús nos condujo a la última parada de este completo primer día de viaje, el Hotel Assalam, al que nos dirigimos tras despedirnos de nuestros amigos marroquíes, y que sería en el que nos alojaríamos durante nuestra estancia en Marruecos.

Al terminar el día, tengo la impresión de llevar en Marruecos al menos una semana, debido a las numerosas sensaciones que he experimentado desde que comenzó nuestro viaje a primera hora de la mañana. 


 

DÍA 2 (Sábado 15 de marzo 2014): En torno al mar. (Moulay Bousselham y Reserva de Merja Zerga) 

 

En nuestro segundo día de viaje, tras haberme dirigido a una oficina situada junto al hotel para hacer el cambio de euros a dírham, nos hemos reunido con los compañeros marroquíes junto al autobús que nos ha llevado a la localidad costera de Moulay Bousselham. Desde primera hora de la mañana nos han amenizado el viaje con sus canciones al ritmo de la guitarra y sus bailes, de los que no han dudado en hacernos partícipes. 

La primera parada es en un paseo junto a la playa cercano a la localidad de Moulay Bousselham, desde el que pudimos observar el contraste de las dunas de arena con el agua del mar. 

A continuación el autobús nos condujo a Moulay Bousselham, en la que desde un mirador divisamos las vistas de la laguna, en la que se encontraban las barcas en las que daríamos un paseo, y de la Reserva de Merja Zerga, que acoge a numerosas aves procedentes del norte de Europa. 

Ya junto a la laguna, pude observar la actividad de los pescadores que llegaban con las barcas cargadas de pescados y mariscos, que posteriormente venderían en la misma orilla. La enorme cantidad de gaviotas que sobrevolaba la zona, hizo de este momento una experiencia muy gratificante. 

Acto seguido nos repartimos en grupos para ocupar las barcas en las que daríamos un paseo por la laguna. Con la brisa sobre nuestro rostro, pudimos disfrutar del hermoso espectáculo de la naturaleza, con las aves sobrevolando las aguas y las dunas que se divisaban a ambos lados.

Durante el viaje, llamó mi atención la escena protagonizada por cuatro mujeres, que bien lejos de la orilla trabajaban recogiendo algo que no pude divisar. 

El trayecto terminó en una playa, en la que tuvimos un rato para comer y descansar. Destaco la agradable sensación del agua hasta la altura de los tobillos, con las vistas a las dunas, y por supuesto una compañía inmejorable. 

En el camino en autobús de vuelta a Larache, me llamó la atención la imagen de los niños saliendo del colegio, que tan similar es a la que estoy acostumbrada a ver en mi barrio de Sevilla, en cuanto a las ganas de los chavales de llegar a casa tras la jornada de estudio, y que tan sólo se diferencia quizás porque en este caso la calle no está asfaltada sino que es la propia arena del terreno la que constituye el suelo. 

A nuestra llegada al hotel, nos duchamos y salimos a cenar acompañados de nuestro amigo Mohamed, que nos guió a un local en el que pudimos probar un estupendo kebap, y a la vuelta nos mostró el paseo junto al mar, que tanto encanto tenía iluminado por la luna llena.  


 

DÍA 3 (domingo 16 de marzo 2014): Hacia las montañas. (Montañas del Rif_Chaouen) 

 

Sin duda se trata de un viaje de contrastes, al igual que el país que visitamos. En el día de hoy, emprendemos un largo camino hacia las Montañas del Rif. A pesar de las numerosas horas de autobús, el tiempo pasa rápido gracias de nuevo a nuestros amigos de Larache, y a las hermosas vistas de los acantilados junto a la playa en algunos momentos del viaje. 

En una parada para descansar a mitad del camino, quedó patente que ya no hay distinción entre marroquíes y españoles, sino que todos formamos parte de un proyecto y una experiencia de convivencia en conjunto, dejando atrás las dificultades que surgen a veces con el idioma, puesto que se hace todo lo posible por entenderse, bien sea en español, francés, inglés, o a través del siempre recurrente lenguaje no verbal. 

No cabe duda de que uno de los momentos más divertidos del día fue el trayecto en furgoneta desde el lugar en el que nos dejó el autobús hasta el punto en el que iniciamos la ruta de senderismo por las montañas. Parecía mentira que una furgoneta pudiera albergar a un número tan elevado de personas, ya que mientras unos compañeros viajaban en la cubierta, otros íbamos en su interior bien apretados, pero siempre alegres y con buen humor. 

En cuanto a la travesía por las montañas, cabe destacar la ruta de senderismo, gracias a la cual pudimos disfrutar de la naturaleza, y en la que debido a lo escarpado del terreno, teníamos que ir de uno en uno para poder controlar nuestros pasos. 

Una nueva experiencia que me ha proporcionado el día de hoy ha sido montar en burro, que ha hecho más llevadera alguna que otra pendiente que había que subir durante el camino. 

La primera parada de nuestro camino a través del Parque Nacional de Talassemtane fue en el llamado Puente de Dios. Se trata de una impresionante formación rocosa que adquiere la forma de arco natural conectando por arriba ambas paredes de la garganta. 

 

Descansamos durante un rato en la zona del Puente de Dios, en la que se localizaba una tienda de bebidas construida artesanalmente, y desde donde pudimos contemplar la belleza del paisaje, que combinaba acantilados y desfiladeros, cuevas y depresiones, un río de aguas cristalinas y varias cascadas. 

A continuación emprendimos el camino de vuelta hacia la zona en la que comeríamos una exquisita comida preparada en plena naturaleza, y tomaríamos el que, en mi opinión, es el mejor té que he probado nunca. 

Después de comer, descendimos la montaña hasta llegar al río, encontrando en el camino un curioso restaurante construido con materiales naturales. 

 

Cruzamos un puente de piedra, que en este caso había sido construido por el hombre, en contraposición al Puente de Dios que había originado la propia naturaleza. 

El último rincón que visitamos fue una cascada, junto a la que tuvo lugar una mezcla de culturas, con cantos marroquíes y bailes de sevillana. 

De nuevo emprendimos el viaje de vuelta en furgoneta hacia el autobús, que en este casó llamó mi atención al apagar las luces del interior, por lo que nuestra vista apenas alcanzaba a ver al compañero que teníamos a un lado, pero que con la música marroquí de fondo constituyó una experiencia muy agradable, un viaje a ciegas a través de la naturaleza.  


 

DÍA 4 (lunes 17 de marzo 2014): Paseo por la capital. (Rabat) 

 

Tras la toma de contacto con la playa y las montañas, en el día de hoy nos trasladamos al mundo urbano, de la mano de la capital de Marruecos, la ciudad de Rabat, en la que hemos visitado los monumentos y espacios más característicos. 

La primera parada fue en la Kasbah des Oudais, que situada en la parte más antigua de la ciudad, se levantaba como una enorme ciudadela. 

A través de su arquitectura pude imaginar algunas de las costumbres de las civilizaciones pasadas, a través de los restos de sus construcciones, cuyos arcos y murallas mostraban la hermandad con la arquitectura andaluza. 

A través de sus jardines, se vislumbraban unas hermosas vistas del conjunto, que también presentaba diferentes estanques y, que nada tenían que envidiar a las que tenemos la suerte de disponer en España. 

También tuvimos tiempo de imaginarnos sosteniendo una parte de la historia, a través de los restos de una columna inclinada con respecto a la vertical, en semejanza a la italiana Torre de Pisa. 

Digno de ver era el contraste entre el color tierra de las construcciones hechas de piedra, los restos de columnas que lucían un color amarillo vivo debido a los efectos del clima sobre ellos, y el color verde de la vegetación que se abría paso entre los materiales inertes de las edificaciones. Todo ello bajo el sonido de los picos de las cigüeñas que resonaban por todo el complejo. 

A continuación visitamos el recinto en el que se encuentra la Torre Hassan, cuyo color me recordaba a la arcilla, y que nada tenía que envidiar a la Giralda de Sevilla, su gemela en Andalucía. A pesar de que la torre no está terminada, al igual que la mezquita que se pretendía construir y de la que sólo se divisan sus columnas, este espacio presenta quizás por ello un encanto mágico, difícil de describir. 

Justo enfrente de la mencionada Torre Hassan, se situaba el Mausoleo de Mohamed V y Hassan II, cuya arquitectura me pareció simplemente perfecta, tanto por su exterior de color blanco con cubierta de tejas verdes, como en su interior. 

Habría permanecido horas observando el recinto interior, con la cúpula que cubría el espacio que albergaba las tumbas de Mohamed V y Hassan II, abuelo y padre respectivamente Mohamed VI, el actual rey. Todo ello con el sonido único de los rezos desde la parte inferior del Mausoleo. 

 A continuación nos dirigimos a comer al Restaurante Nostalgia, en el que pude acercarme un poco más a la gastronomía marroquí, de la mano de un plato de tagine kefta, que comenzamos comiendo con tenedor pero que gracias al recordatorio de nuestros amigos de Larache, terminamos comiendo con las manos. 

 Una vez que saciamos nuestro apetito, el autobús nos llevó hasta la medina, a la que entramos y bailamos junto con unos jóvenes marroquíes que se encontraban en la zona. Posteriormente y por grupos, visitamos el zoco, en el que de nuevo me atraparon los olores a especias, cuero, alimentos, y las tiendas y puestos en los que podías comprar todo lo que se te ocurriese. Además tuve el placer de saborear el zumo de azúcar de caña, cuyo dulzor me apasionó. 

Tras abandonar el zoco, nos dirigimos hacia la zona donde habíamos quedado con el resto del grupo, y desde allí regresamos a Larache en el autobús. 


 

DÍA 5 (martes 18 de marzo 2014): Ifrane y Meknes.

 

El día de hoy es el último en el que nos desplazamos en autobús para visitar diferentes lugares de Marruecos. De nuevo durante el trayecto, el viaje fue amenizado por cantes y bailes, y también tuve el placer de probar creo que las mejores fresas que he comido nunca, cortesía de nuestros compañeros Zakaría y Chaimae.

La primera parada fue Ifrane, una ciudad situada en una zona montañosa a gran altitud y en la que el clima frío ha influido en su urbanismo de estilo centroeuropeo, con las cubiertas inclinadas a dos aguas, y en la que llama la atención la limpieza de sus calles y jardines.

Visitamos la estatua del león, que se ha convertido en el emblema de la ciudad, representando uno de los animales que antiguamente habitaba en la zona, el león del Atlas.

De la ciudad además de su arquitectura, destaca su vegetación, de pinos y abetos, a la que en invierno acuden las familias para esquiar.

A continuación nos dirigimos al autobús, que nos llevaría a Meknes, que se trata de una de las cuatro ciudades llamadas imperiales de Marruecos, junto con Marrakech, Rabat y Fez.

La visita duró poco más de media hora, puesto que era tarde y el autobús debía llegar a tiempo a Larache. No obstante, tuvimos la oportunidad de ver la puerta Bab el-Mansour, que comunica la plaza el-Hedim con la antigua Ciudad Imperial de Mulay Ismaíl.

Llamaron mi atención los numerosos carros de caballos que se divisaban por la ciudad de Meknes, y que tanto me recordó a los que pasean por Sevilla.

De nuevo la artesanía y los puestos de diferentes especias, perfumes, dulces y regalos me cautivaron.

La ciudad me ha parecido impresionante, en su aspecto nocturno, con sus edificios alumbrados por las tenues farolas, y que me ha sabido a poco debido al escaso tiempo del que hemos dispuesto para visitarla.


 

DÍA 6 (miércoles 19 de marzo 2014): Descubriendo Larache. (Medina, Zoco, Puerto y Hamman).

 

En el día de hoy hemos visitado en primer lugar la Medina y el Zoco de Larache. Cruzando la puerta de Bab el Khamis, desde la Plaza de la Liberación que se encuentra muy cercana al hotel Assalam, nos adentramos en la Medina, de la que destacan sus paredes azules pintadas hasta media altura, y las zonas de sombra que a veces cubren sus calles, proporcionando un contraste muy agradable.

A continuación pudimos observar el mar, en nuestro paseo en dirección hacia el puerto.

También hemos tenido el placer de visitar el conservatorio de música, cuya arquitectura destaca con sus alegres vidrieras de colores y balcón con unas vistas inmejorables a la plaza y a la bahía.

Llegados al puerto pesquero, que se trata de uno de los más importantes del norte de Marruecos, pudimos apreciar el enérgico movimiento tanto de los baros de pesca como de los trabajadores, entre ellos los que preparaban las redes de pesca. A pesar del fuerte olor a pescado, me resultó una experiencia agradable el conocer de primera mano la forma de vida de estas gentes.

Seguidamente nos dirigimos de vuelta hasta el hotel, caminando por el paseo que discurría junto al mar, el cual se divisaba debajo de los acantilados que lo separaban de nuestros pasos.

Tras la mañana de visitas, tuvimos tiempo libre para comer e ir a comprar recuerdos para llevar a nuestras familias y amigos de España. En el camino de vuelta al hotel, un grupo de cinco jóvenes nos reclamó para grabarnos haciendo un baile de una canción que iban a colgar en las redes, lo cual supuso una anécdota a recordar, puesto que la coordinación brillaba por su ausencia, debido a que bailábamos sin música que nos sirviera de guía.

A media tarde nos cambiamos para ir al Hamman público a darnos un baño según las costumbres locales. Realmente fue una experiencia que me sorprendió y resultó muy agradable, la estancia de todas las compañeras juntas en un recinto ambientado a modo de sauna en el que llenábamos cubos de agua para lavarnos y enjuagarnos, con la presencia de nuestras amigas de Larache, que nos deleitaron con masajes muy relajantes. La ida y vuelta en taxi también fue toda una aventura, debido a la peculiar forma de conducir de los marroquíes en general. 


 

DÍA 7 (jueves 20 de marzo 2014): Base naval, comida en familia y fiesta de despedida.

 

A primera hora de la mañana nos hemos dirigido dando un paseo hacia la base naval, en la que nos han explicado el funcionamiento de la organización, sus instalaciones y maquinaria.

Seguidamente cada alumno o grupo de alumnos españoles ha ido a comer a la casa de alguno de los compañeros marroquíes. En mi caso he tenido el placer de visitar la casa de Ahlaam, junto con Marta, Cristina, Mayte y Fran. Tenía mucha curiosidad por ver el interior de una vivienda marroquí, y sin dudas la casa de Ahlaam ha superado todas mis expectativas, en cuanto a la entrada al edificio, el mobiliario y la decoración tan cuidada.

Además de la compañía inmejorable, la comida lo ha sido igualmente. He probado por primera vez el cuscús, que con tanto esmero había cocinado su encantadora madre.

De postre hemos degustado un flan que había preparado Ahlaam con mucho cariño, además de pasteles típicos y té verde que nos ha servido con esmero. Posteriormente le hemos entregado los regalos que hemos traído de España, los cuales ha recibido con gran emoción y agradecimiento. Seguidamente nos ha proporcionado una chilaba a cada uno, que nos hemos probado con gran entusiasmo.

Ya con el pañuelo cubriendo nuestro cabello, hemos inmortalizado este momento, que en mi opinión culmina la vivencia que he tenido de las costumbres marroquíes, después de haber comido un exquisito cuscús y degustado un té con pastas caseras.

A continuación hemos comprado los últimos regalos que nos faltaban para llevar a nuestras familias, y nos hemos dirigido al Liceo en el que estudian nuestros compañeros de Larache. La velada ha transcurrido entre risas, cantes y bailes, al son de canciones tanto árabes como europeas, y siempre amenizados por la alegría que derrochan nuestros ya amigos marroquíes.

Las compañeras lucían muy elegantes sus chilabas, y también pudimos degustar dulces típicos y pasteles que llevaron los profesores para probar en la fiesta.

La guinda de la noche la marcó la posibilidad que tuvimos de ver una boda marroquí, de la cual me llamaron mucho la atención tanto el lugar en el que iba la novia, como los bailes de sus acompañantes.

 

Con el final de la fiesta, vino la triste despedida, puesto que a muchos de los compañeros marroquíes no volveríamos a verlos mañana. En ese momento un sentimiento contradictorio me invadió, ya que estaba muy contenta por la experiencia tan agradable y enriquecedora que había compartido con ellos, pero a la vez no podía evitar el pensar que a la vuelta a España echaría en falta su presencia, su alegría, sus cantes y bailes, su generosidad y la seguridad que nos proporcionaba el hecho de que nos acompañaran en nuestra aventura por un país desconocido, al que ellos nos acercaron y del que nos hicieron partícipe.

 


 DÍA 8 (viernes 21 de marzo 2014): Hasta pronto Marruecos.

En nuestro último día de estancia en Marruecos, nos levantamos temprano para comprar dulces típicos para llevar a la familia y amigos. Después de desayunar, llegó el momento de lo que no quiero denominar despedida sino “hasta pronto, amigos”, puesto que estoy segura de que continuaremos en contacto tras nuestra vuelta a España y volveremos a vernos pronto. 

Considero que esta experiencia de una u otra forma nos ha marcado a todos y nos ha enriquecido como personas, ya que ha permitido que conozcamos este país no a través de sus monumentos, sino a través de sus gentes, que sin duda nos han hecho sentir como si nos conociéramos de toda la vida y perteneciéramos a su ciudad.

En la memoria guardo el momento en el que ya dentro del autobús que nos conduciría a Tánger, dejábamos atrás a nuestros hermanos marroquíes, lanzándonos besos y despidiéndonos con la mano.

Desde Tánger cogimos el Ferry que nos condujo a Algeciras, y desde allí el autobús nos esperaba para llegar a Sevilla.

Para concluir este diario de mi experiencia en Marruecos, quiero agradecer a todas las personas que lo han hecho posible, y a los amigos tanto españoles como marroquíes que me llevo del mismo. Gracias por hacer de esta convivencia una experiencia inolvidable.