Una experiencia inolvidable - Día 4

 

DÍA 4 (lunes 17 de marzo 2014): Paseo por la capital. (Rabat) 

 

Tras la toma de contacto con la playa y las montañas, en el día de hoy nos trasladamos al mundo urbano, de la mano de la capital de Marruecos, la ciudad de Rabat, en la que hemos visitado los monumentos y espacios más característicos. 

La primera parada fue en la Kasbah des Oudais, que situada en la parte más antigua de la ciudad, se levantaba como una enorme ciudadela. 

A través de su arquitectura pude imaginar algunas de las costumbres de las civilizaciones pasadas, a través de los restos de sus construcciones, cuyos arcos y murallas mostraban la hermandad con la arquitectura andaluza. 

A través de sus jardines, se vislumbraban unas hermosas vistas del conjunto, que también presentaba diferentes estanques y, que nada tenían que envidiar a las que tenemos la suerte de disponer en España. 

También tuvimos tiempo de imaginarnos sosteniendo una parte de la historia, a través de los restos de una columna inclinada con respecto a la vertical, en semejanza a la italiana Torre de Pisa. 

Digno de ver era el contraste entre el color tierra de las construcciones hechas de piedra, los restos de columnas que lucían un color amarillo vivo debido a los efectos del clima sobre ellos, y el color verde de la vegetación que se abría paso entre los materiales inertes de las edificaciones. Todo ello bajo el sonido de los picos de las cigüeñas que resonaban por todo el complejo. 

A continuación visitamos el recinto en el que se encuentra la Torre Hassan, cuyo color me recordaba a la arcilla, y que nada tenía que envidiar a la Giralda de Sevilla, su gemela en Andalucía. A pesar de que la torre no está terminada, al igual que la mezquita que se pretendía construir y de la que sólo se divisan sus columnas, este espacio presenta quizás por ello un encanto mágico, difícil de describir. 

Justo enfrente de la mencionada Torre Hassan, se situaba el Mausoleo de Mohamed V y Hassan II, cuya arquitectura me pareció simplemente perfecta, tanto por su exterior de color blanco con cubierta de tejas verdes, como en su interior. 

Habría permanecido horas observando el recinto interior, con la cúpula que cubría el espacio que albergaba las tumbas de Mohamed V y Hassan II, abuelo y padre respectivamente Mohamed VI, el actual rey. Todo ello con el sonido único de los rezos desde la parte inferior del Mausoleo. 

 A continuación nos dirigimos a comer al Restaurante Nostalgia, en el que pude acercarme un poco más a la gastronomía marroquí, de la mano de un plato de tagine kefta, que comenzamos comiendo con tenedor pero que gracias al recordatorio de nuestros amigos de Larache, terminamos comiendo con las manos. 

 Una vez que saciamos nuestro apetito, el autobús nos llevó hasta la medina, a la que entramos y bailamos junto con unos jóvenes marroquíes que se encontraban en la zona. Posteriormente y por grupos, visitamos el zoco, en el que de nuevo me atraparon los olores a especias, cuero, alimentos, y las tiendas y puestos en los que podías comprar todo lo que se te ocurriese. Además tuve el placer de saborear el zumo de azúcar de caña, cuyo dulzor me apasionó. 

Tras abandonar el zoco, nos dirigimos hacia la zona donde habíamos quedado con el resto del grupo, y desde allí regresamos a Larache en el autobús.