Segundo viaje a Marruecos



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De camino hacia el hotel y disfrutando de esas maravillosas vistas del Atlántico y ese olor a sardinitas asadas tan característico del mes en que nos encontramos y que tanto echan de menos los paisanos de Larache que pasan todo el año trabajando en Europa, descubro  uno de los dos únicos sitios donde se pude consumir cerveza y vino.

Me gusta respetar las costumbres de cada país que visito y sé que el Coran prohíbe el consumo del alcohol pero la tentación me vence y entro en el bar anteriormente mencionado y bajo la perspectiva de mi cultura occidental y cristiana encuentro un lugar fascinante donde tomo una cerveza que me sabe a gloria bendita acompañada de unas tapas no elegidas pero sabrosísimas, repito cerveza y otra sesión de tapas saliendo de aquel lugar tan depravado para algunos musulmanes, eufórico y contentísimo.

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El hotel que me busca Sibari es aceptable, limpio y está muy cerca de la Plaza de España, centro de todas las actividades de Larache, desde coger un autobús para ir a la playa hasta ser el mejor sitio para citarse, aquí estoy citado con Ahmed a las siete de la tarde.

Sesteo en el hotel y empiezo a echar de menos a la familia, decido que voy a regresarme pasado mañana viernes pues con esta tarde y todo el día de mañana con Ahmed es suficiente y mi estancia aquí sin mi familia no tiene sentido.